miércoles, 8 de julio de 2015



  1. Organización preestablecida

El liderazgo y la influencia son tan difusos  que los intentos de controlar las pandillas o maras por medio del procesamiento penal de sus líderes su incapacitación, tan solo lleva a la aparición de otros.

El sistema descrito como funcionamiento en la mara muestra que la desarticulación de uno o varios miembros, aún y cuando sean líderes, no lesiona seriamente la organización ni sus funciones, que permanecen activas y pueden ser asumidas por nuevos miembros al amparo de los méritos ganados.

El liderazgo tiende a ser funcional, variable, inestable y compartido entre varios miembros de las pandillas, en parte porque los subgrupos dentro de las pandillas tienden a identificar prioridades y dirigir conductas de forma más efectiva que una dirección o liderazgo central.

 

  1. Jerarquía inquebrantable
 
«Dentro de las agrupaciones hay diferentes niveles de jerarquía. Primero está el aspirante que es un niño (...) Lo que hace que pase de aspirante a simpatizante es el contacto físico, que ya les habla, les estrecha la mano, los conoce, los saluda, y se lleva con ellos. En cierto punto, en este simpatizante la pandilla lo presiona para brincarlo o bautizarlo al barrio. Si la presión es efectiva y él se bautiza –que el bautizo puede variar de diferentes formas– él pasa a ser un novato, ya es miembro de la pandilla, el ya tiene un apodo (...) Pero con el correr del tiempo a este novato le ponen ciertas misiones –«ojales» les llaman–, trabajos, que los hacen coger «flecha» o jerarquía y pasa a ser un marero permanente. Ya es un soldado, alguien que está permanente en la pandilla; ya no está con la familia. Está 100% con ellos. Arriba de estos soldados, que son los brazos de las pandillas, está el master jomi, que es el subjefe, y arriba el jefe, el mero mero... el líder. Ésta es la agrupación de la jerarquía... esto es solamente por una clica. Cada clica tiene esta misma jerarquía y la reunión de tres o más clicas se llama jenga. Hay un coordinador de clicas que quien lidera una jenga y arriba de estos coordinadores de jengas hay un coordinador de jenga.»

En el propio discurso de los mareros y pandilleros a los que se realizaron entrevistas de profundidad en El Salvador, Guatemala y Honduras, se reconoce que en cada clica existen quienes reúnen condiciones de liderazgo y una cierta capacidad de distribución del trabajo entre los miembros –entre los jomies o jombois, como los mareros se llaman entre sí–.

Entre los mareros, los inmigrantes de Estados Unidos, llamados veteranos, gozan de prestigio especial, aunque no ocupan posiciones de liderazgo formales en las maras o pandillas. Suelen ser sujetos de consulta y planificación, son referentes del origen o fundación de los grupos y colaboran como informantes de nuevas acciones y de lo que sucede en otros países. El ranflero es el administrador de la clica y tiene como funciones la tesorería y la convocatoria de los mirin. Estos son reuniones periódicas de toma de decisiones, evaluación, planeamiento y regulación de pautas de comportamiento grupal e individual. En los mirin participan todos los miembros de la clica en forma de asamblea. Suelen existir diferencias en el nivel de participación de los miembros comunes (soldados), de manera que en algunos casos ésta puede ser más o menos pasiva. Luego están los puestos de primera palabra y segunda palabra, los cuales dirigen los mirin y son los voceros de las clicas en las reuniones interclicas. En clicas muy grandes se habla de tercera palabra. Los soldados son los miembros rasos de las pandillas y cumplen distintos roles dependiendo de la misión que el grupo o los líderes les asignen. «[la estructura está compuesta por] el veterano, el ranflero, el primera palabra, el segunda palabra, en ciertas clicas dependiendo de la cantidad de jóvenes que tengan, tienen hasta tercera palabra, de ahí viene el soldado, por decirlo así. El ranflero es como el que se encarga de hacer cosas como llevar y traer, tiene una superioridad establecida, está sobre el primera palabra. [El primera y segunda palabra] son quienes manejan los mirin, quienes controlan a la población, controlan a sus jomis y el Territorialidad creciente

Un aspecto importante dentro de la organización de las pandillas es la territorialidad. El territorio y su apropiación por parte de agrupaciones pandilleras es un aspecto medular coincidente con los estudios de otras latitudes en cuanto a la consolidación de la identidad pandillera.

De esta forma, la territorialidad de las maras y pandillas se manifiesta en el uso de ciertos lugares o zonas para la reunión y encuentro de las maras o pandillas, y a través del control del ingreso, de las actividades que puedan desarrollar en éstas y del «uso» de las actividades y de los recursos que en ella existen. En estos espacios se realizan actividades recreativas y delictivas, así como lucrativas y de mercado.

El grupo básico y más local de una pandilla o mara se denomina clica, la cual se organiza en el barrio o la colonia. Varias clicas conforman una jenga (espacio de coordinación de clicas, en particular cuando hay muchas en una zona); la cual a su vez pertenece a una pandilla «madre» (con nombre propio). Al respecto, los datos de los mareros y ex mareros entrevistados a profundidad indican que los territorios básicos no son muy extensos (aproximadamente una colonia), lo que puede estar relacionado con la necesidad de mantener un trato cara a cara con los vecinos del lugar, ejercer el control y lograr realizar sus actividades con éxito y con protección.

Las pandillas por controlar y dominar los territorios, cuya dinámica de control y de reunión no suele ser oculta; al contrario, las maras o pandillas suelen apropiarse de espacios abiertos y visibles a todos los que conviven en él. Esta visibilidad forma parte del control que desean demostrar y que en muchos casos ciertamente tienen sobre el territorio y sus habitantes.

La investigación brinda información que muestra que la modalidad de apropiación y defensa del territorio de las pandillas hace que las colonias o los barrios no cuenten con la presencia de muchas pandillas diferentes en forma simultánea; al contrario, cada pandilla trata de controlar un área y de mantenerlo como suyo e incluso expandirlo. En este sentido, los miembros de las maras buscan que su territorio sea cada vez más grande en función del espacio, de la cantidad de vecinos y personas, y de la cantidad de integrantes a la pandilla. En conclusión, el primer aspecto relevante respecto a la organización de las maras y pandillas es que la



  1. Sistema financiero propio y dinámico

Durante mucho tiempo la literatura criminológica y la económica han ofrecido una visión simplista de la relación entre empleo y delincuencia. Esta literatura contemplaba las actividades económicas legales e ilícitas como mutuamente excluyentes, mientras que estudios más recientes tienden a ofrecer una visión más compleja en la que jóvenes en situación de exclusión social desarrollan estrategias de supervivencia que implican la participación en la economía legal, pero también, de forma paralela, en la economía sumergida, así como en formas delictivas ocasionales de adquisición de ingresos (Fagan y Freeman, 1999). En ese sentido, la impresión generalizada es que el marero no trabaja y está al margen de cualquier actividad productiva legítima dentro del mercado. Analizando las opiniones de los propios mareros, pandilleros, de los ex mareros y ex pandilleros, así como de las mareras activas y las retiradas

Es importante anotar que la mayor parte del trabajo que realizan los mareros y pandilleros es de carácter no calificado y solo unos pocos corresponden a la categoría de calificados. Entre otras actividades laborales están: la carpintería, albañilería, venta de ropa, comercio, talleres mecánica, panadería, pintura y otros. En todo caso también conviene recordar que cuando se pregunta a estas poblaciones las más frecuentemente mencionadas son los robos, la venta de drogas, y el cobro por protección a vecinos y comerciantes.

En las palabras de los mareros entrevistados: «Yo mi propio financiamiento es mi taller, yo de ahí saco mi ganancia, hago cuatro balcones, estoy ganando mis dos mil quinientos colones, y lo hago en dos días. (...) La pandilla no es lo mismo, hay miembros que no trabajan, de qué viven ellos, por lógica tienen que robar. (...) El gobierno no nos deja poner nuestra propia empresa. Teníamos un disco, (...) y se perdió, la policía andaba encima, no nos dejaban en paz. Probamos con un comedor y no los dio, vendimos todo, nunca hemos intentado porque le tenemos miedo al gobierno.» (Líder marero, El Salvador).

«Muchos de nosotros trabajamos, lavamos carros, trabajamos para poder tener recursos y tener dinero. Aquí cualquiera puede ser voluntario, para tener un dinerito, porque existen cosas de emergencia, que uno sale herido, cosas que tenemos que pagar para sacarlo.» (Líder marero, El Salvador).



  1. Método de reclutamiento eficiente

Algunas de nuestras entrevistas de profundidad documentan esta función de reclutamiento, con pandilleros que cuentan como su ingreso en la pandilla se produce en el entorno carcelario. Este duro entorno hace que afiliarse a la pandilla sea contemplada como una estrategia de supervivencia: «Ya en la cárcel yo me uní por cuestiones de sobrevivencia que por querer integrarla» (ex líder marero, Guatemala).

   
Por otra parte, en los relatos de los mareros y pandilleros en Guatemala, Honduras y El Salvador, y en algunas de las respuestas específicas que proporcionaron a este estudio, queda claro que el proceso de afiliación de los más jóvenes se da por proximidad en la comunidad y no por un reclutamiento deliberado.

Esta presencia en el espacio público conforma un icono de atracción que resulta llamativo para preadolescentes que inician su proceso de identificación fuera de la familia y que, bajo ciertas circunstancias, puede llenar los vacíos de opciones saludables que también se han detectado en este estudio. Por tanto, este dato sobre la tendencia de las actuales agrupaciones hacia la privatización del espacio público en Costa Rica y Nicaragua debe ser considerado con especial atención.



  1. Ética (que incluye  normas, valores y principios)

En las entrevistas de profundidad, los mareros o pandilleros y los ex mareros hacen mención de diversas normas existentes en su grupo, aunque no siempre pueden generalizarse para todos los grupos. Entre estas normas presentes en la retórica de los mareros y pandilleros se encuentra la prohibición del consumo de «pega» y de «piedra».

Asimismo, señalan que tampoco es bien visto fumar marihuana o ingerir alcohol sin permiso y en tiempos no previstos por el grupo. El incumplimiento de estas normas, en general, se considera falta leve, como se relata en el siguiente comentario:

«(...) el grupo es muy unido como para que estas cosas, por ejemplo, si alguien anduviera consumiendo crack dentro... es obvio, no, o sea lo ven, ven que cambia las actitudes, ya no es igual, entonces estas cosas generan un castigo, que a veces puede ser leve.» (Informante 1, ex marero líder, Pandilla 18, 24 años, Guatemala).

Otras normas establecen la prohibición de robar en la misma zona que controla la mara o pandilla, relacionarse con otras maras o personas, andar o atacar solo, violar, atacar a un marero o pandillero contrario si anda con un acompañante que no es de la mara o pandilla, los drive-by shootings10 y salirse de la mara. También algunos informantes
destacan normas sobre el estilo identificador del grupo, en el cual el uso del corte de pelo, del vestuario, de signos y colores específicos está pautado en el grupo.

Esta reglamentación implicaría un comportamiento esperado del miembro del grupo. En su defecto, podría ser sancionado, como lo muestra el siguiente extracto:

«(Si un miembro) empieza a hacer cosas que los homies de este sector no hacen, entonces viene y se le habla y se le dice que «acá nosotros somos los que mantenemos las cosas así y así para nuestra seguridad y para la seguridad de la comunidad, si tú vuelves a hacer eso entonces vas a tener problemas »; entonces, hablan con él, si no agarra la onda entonces se toman otras alternativas.» (Entrevista doble, marero repatriado y joven marero Guatemala).

Los hombres y las mujeres son castigados de conformidad con este discurso por medio del chequeo, calentamiento o pegadita, que es un castigo colectivo que se hace ingresando a la persona en un círculo y golpeándola. Las mujeres suelen ser chequeadas por mujeres. De acuerdo con estas declaraciones, la violencia como mecanismo ritual del grupo juega un papel y funciona, en particular, como instrumento de control de la conducta de sus miembros.


  1. Proceso de formación de liderazgo interno

El liderazgo se ganaría por antigüedad, experiencia, conocimiento, misiones realizadas, el cuido de los miembros, muertes o robos y fama. Las características necesarias para ser un líder antes señaladas denotan una capacidad de gestión propia de modelos más evolucionados organizacionalmente.




  1. Comunicación e iconografía
 

Símbolos como los tatuajes, determinadas indumentarias, el graffiti o signos manuales y otros referentes culturales pueden servir a estos grupos para dotarse de una identidad única, mientras que los ritos de iniciación, normas y sanciones (con independencia de su existencia a partir de su materialización en prácticas conductuales que puedan observase) sirven para dotar al grupo de un discurso que cimienta una imagen romántica de pertenencia, el atractivo de una identidad alternativa y la cohesión del grupo.

En el caso de las maras y pandillas, ciertamente los signos externos han jugado un papel relevante. Los mareros los mencionan frecuentemente como aspectos diferenciadores entre maras (39% en Guatemala, 37% en El Salvador, 48% en Honduras); como signos de reconocimiento de los miembros de su grupo (60% en Guatemala, 61% en El Salvador, 79% en Honduras); y como reconocimiento de los miembros de otros grupos (63%, en Guatemala, 73% en El Salvador, 81,5% en Honduras).

Posiblemente, estos signos externos también constituyen elementos de resistencia a la descalificación.
El sentido de resistencia se expresa a través de la diferenciación, que en lugar de estar oculta se hace presente y plantea una pertenencia asumida ante otros grupos y ante la comunidad que los rodea. De esta manera, el estilo o uniforme funciona como identificador del grupo y por lo tanto, se lleva en todo momento y en cualquier lugar, mostrando su pertenencia en su vida cotidiana.

Asimismo, de acuerdo con las entrevistas de profundidad realizadas con mareros en Guatemala, El Salvador y Honduras, el tatuaje tiene funciones de identificación y de estatus dentro del grupo.

Aunque existen relatos contradictorios, parece que, al menos en las pandillas estudiadas, no existe total libertad para dibujarse tatuajes. Por el contrario, el tatuaje desempeña diferentes funciones, entre ellas, distingue el cargo o mando del pandillero, y depende de la tarea que haya realizado:

En este sentido, los tatuajes pueden considerarse biografías de la vida de los mareros y pandilleros, como cicatrices o marcas de los eventos realizados en los cuales se expuso la vida del individuo en nombre del colectivo. Como letras en un papel para ser visto, no pueden pasar inadvertidos por el grupo.
Es un mérito individual, otorgado colectivamente por el esfuerzo y el riesgo individual realizado.

El graffiti, al igual que el tatuaje, tiene además un aspecto creativo, tanto individual como colectivo. Ambas creaciones son consideradas por varios autores como producciones culturales que invierten la valoración negativa que se le asigna socialmente a determinados estilos, transformando el estigma en emblema (Feixa, 1998). El graffiti sirve para demarcar el territorio y ser así reconocido por las pandillas. Se utilizan números, letras y símbolos que han identificado como suyos, al igual que lo hacen para los tatuajes.




  1.  Logística y estrategia
La cárcel se ha convertido en centro de logística y de acción.
Las cárceles constituyen centros de logística, reclutamiento y conducción inteligente de las maras y pandillas, favoreciendo así su accionar. Ciertamente, el reforzamiento de las pandillas como consecuencia de políticas penales represivas, por ejemplo, al facilitar contactos entre jóvenes pandilleros y los que no lo son, ponen en relación pandilleros de distintas clicas y refuerzan la cohesión social de estos grupos obligados a sobrevivir en el entorno carcelario


Sugieren que las maras y pandillas, particularmente en países como El Salvador, controlan el narcomenudeo con el respaldo de un sistema de logística y protección armada: «(...) utilizando un sistema de organización muy avanzado en eficiencia. Participan desde niños (campanas) hasta los controladores de la venta» (informante clave, El Salvador).



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